«Madrid villa y Corte»

¿Quien no conoce el Palacio de Oriente?, ya sea por la propia historia, alguna visita escolar o incluso por alguna noticia que haya salido en la tele con motivo de alguna recepción oficial…  los que me hayáis leído en alguna ocasión y me vayan conociendo, podéis estar pensando que esta visita estaba faltando en mi repertorio con eso de que me gustan las películas  romanticonas, de príncipes con princesas y con esos vestidos y peinados… pues si señores, estaba faltando, sobre todo si consideramos que también soy fan del producto nacional en cuanto a este tipo de películas se refiere,  de películas del siglo pasado como puede ser ¿Dónde vas Alfonso XII?, con esa historia tan triste entre él y María de las Mercedes. 🙂

Este fin de semana hemos tenido visita familiar, y una servidora ha aprovechado la ocasión para llevar a los enanos y no tan enanos a conocer una parte de Madrid que me encanta.

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Cuando me avisaron de que iban a venir, me puse a buscar las opciones de visitas guiadas al palacio, sobre todo porque había oído hablar algunos comentarios de visitas especiales para niños y que estaban bastante bien, pero la famosa crisis también ha llegado a “Patrimonio nacional” suprimiendo todo este tipo de actividades, así que una vez más me ha tocado estudiar un poquito y actuar de “pseudo guía” para la tribu y evitar ir como una maleta a este pedacito de historia de nuestro país, gracias a dios, ellos mi familia me quiere y aunque tengo un tío excesivamente sincero no me han criticado demasiado. 🙂

Antes de empezar os quiero contar a los mayores,  algunas de las curiosidades de este palacio con las que me he encontrado…

A muchos nos puede sorprender, pero a efectos de registro, a día de hoy, el palacio Real o de Oriente es la residencia oficial del rey  y aunque por fortuna para todos nosotros, a efectos de coste económico, no habite en él, si lo utiliza para actos oficiales e institucionales.

Es uno de los palacios más grandes de Europa en cuanto a su extensión y su diseño original planeaba que fuese cuatro veces más grande de lo que es, pero como vieron que no cabía lo solucionaron dándole mas altura.

Es un palacio un poco especial, ya que en él no siempre han residido reyes y  no siempre se ha llamado igual. Hasta la época de Alfonso XIII, se llamó “Real”, pero con su salida, Manuel Azaña, presidente la “Segunda Republica” estableció su residencia habitual aquí, llamándole «Nacional”finalmente, Franco, hacia mediados del siglo XX  lo pasó a denominar “De Oriente”. Pero la cosa no acaba aquí, este palacio ha tenido hasta un monarca “intruso”, José Bonaparte, que durante la invasión francesa fue nombrado rey de España; a lo mejor el nombre no os suena demasiado, pero si os digo.. “Pepe botella o Pepe plazuelas”(este último apodo se lo ganó por qué en su afán de que desde la Puerta del Sol se viera el Palacio de Oriente se dedicó  derribar edificios y construir plazas) seguro que os suena más, ¿verdad?.

Se comenta también que entre sus curiosidades está la ausencia de estatuas en las cornisas,  que se quitaron como consecuencia de un sueño de la reina que  soñó que se le caían encima.

Después del minuto «curiosidad» podemos comenzar con la  visita..

Para levantar un poco el interés a los más peques podremos iniciar la visita contándoles la historia de Felipe, para nosotros los mayores, Felipe V, que vivía en Versalles pero que cuando vino a Madrid a reinar se encontró que su casa no era un palacio como los que estaba acostumbrado a vivir, si no que era un Alcazar defensivo, muy serio y frío, y cuando se incendio aprovechó la ocasión para hacerse una casa como a él le gustaban.

La verdad es que este rey, Felipe V, tuvo mala suerte, ya que él lo diseñó e incluso comenzó su construcción, pero nunca pudo vivir en él, el que si lo hizo fue Carlos III 26 años después.

Tras una cola de escasos cinco minutos entramos en la plaza de la armería, donde cada primer miércoles de cada mes, sobre las 12 de la mañana, se representa el cambio de la guardia como se hacia hace dos siglos, dejamos a los enanos con la boca abierta con los datos numéricos que me he aprendido… “ Este palacio cuenta con tres plantas, tres entre-plantas y dos subterráneas, en las que se reparten más de 2500 habitaciones, 240 balcones, 870 ventanas, 40 escaleras, 30 salones y más de 300.000 libros en su biblioteca”, (mi madre, parezco la enciclopedia Salvat que teníamos en casa 😉 ) y que enseguida llevó a una pregunta obligada, “mamá, no vamos a ver todas esa cantidad de cosas ¿verdad?», «No Jorge, no te preocupes, solo vamos a ver unas poquitas».  (creo que con solo pensarlo ya estaba cansado antes de empezar)

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Después de 20 pisadas en los charcos, alguna carrera paternal detrás de los retoños y conseguir reunir al rebaño, cruzamos la plaza hacia la entrada que nos llevó a una preciosa escalinata (que originalmente no estaba ahí, pero que se movió por motivos de comodidad a la hora de acceder a los aposentos) y tras una pequeña bronca del vigilante por qué no se pueden hacer fotos, ninguna foto, comenzamos nuestra aventura con el Salón de alabarderos, que aunque se diseñó para que fuera un salón de baile, Carlos III lo convirtió en la estancia donde la guardia que custodiaba el palacio pasase las horas, pero al llegar Alfonso XII  volvió a la idea origina y lo convirtió en comedor de gala que estrenó el día de su boda con María Cristina de Habsburgo.

Pasando por una puerta maciza de madera, llegamos al Salón de las columnas de donde os puedo contar alguna curiosidad… como que era donde cada Jueves Santo se celebraba el ceremonial de lavatorio y comida de los pobres, donde los reyes, nobles, grandes, políticos y jerarquía eclesiástica daban de comer y lavaban a 25 pobres elegidos; también es  la sala donde en su día  se colocó la capilla ardiente de Franco o que fue donde en 1985 se firmó el acta de adhesión de españa a la Comunidad Económica Europea.

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Salón del trono, quizás, la estancia más conocida del palacio aun sin haber estado allí, más de una vez ha aparecido en revistas del corazón el día de la Hispanidad o alguna recepción de los reyes, con sus paredes forradas de rojo intenso y los famosos leones que flanquean los tronos, que trajo el propio Velazquez y que son los únicos que sobrevivieron al incendio del antiguo Alcazar. (lo siento Mónica, los leones que os enseñe como supervivientes, no lo eran 🙂 ).

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Pero también hemos conocido  la real biblioteca, el salón de espejos, capilla, habitaciones privadas y el comedor con su mesa de 80 metros que disfrutaron los últimos monarcas antes de la republica, con un mobiliario rococó, con tapices de las mejores fabricas, porcelana más selecta y obras de arte de incalculable valor.

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Hemos echado en falta de nuestras anteriores visitas sin niños la Real Farmacia que actualmente está   en proceso de reformas, pero que no me resisto a nombrar ya que es una obra de arte con su sala de destilación y sus dos salas de botica con multitud de tarros con esencias y productos naturales que mandó crear Alfonso XII y XIII bajo el nombre del “Museo de la farmacia”.

Las chicas del grupo estaban encantadas con la visita, podéis imaginar que se veían bailando con su príncipe ahí, o sentadas en el trono como reinas de su mundo de fantasía, pero a los niños de grupo (incluyo peques y algún grande, ¿verdad Sergio?) lo que más les gusto fue llegar a la Real Armería, donde se expone una colección que aún no siendo muy abundante es fantástica y que junto a la de Viena es una de las mejores del mundo, donde se puede ver una colección que data desde Carlos V a Felipe II, con todo tipo de espadas, armas de fuego, ballestas y estandartes, con reproducciones a tamaño natural de caballos con sus jinetes perfectamente uniformados y que en cierta manera te despiertan un aire de compasión, al imaginarte el sufrimiento de éstos cada vez que se uniformaban así, sobre todo, cuando ves los uniformes de los más pequeños, reyes y príncipes que supongo usarían como juego o entrenamiento.

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Ha sido una visita maravillosa, no solo por el sitio en si que es precioso y merece la pena visitar, si no también por la compañía, mis tíos,  mi prima e incluso mi madre, que creo que después de la experiencia del “navibus” le ha cogido el gustillo de hacer este tipo de cosas con nosotros.

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Además, gracias a mi tío, Manu y yo hemos conseguido hasta una foto juntos. 🙂

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Pero os tengo que avisar que en  una visita de estas con niños pequeños, no podemos empeñarnos en ver todo, se cansan y lo mejor es centrarte en tres o cuatro salas  que te apetezcan o creas que les vayan a gustar más y el resto dejarlo para otra ocasión, los más peques se fijaran en los objetos o colores y a medida que vayan siendo más mayores se Irán interesando por las personas y situación histórica.

¡Espero que os animéis y vayáis a visitarlo!

bs

(La totalidad de las fotos del interior del palacio son de la pagina web de Patrimonio nacional, ya que como os he dicho antes, esta totalmente prohibido hacer fotos, algo que no entiendo pero que hemos  tenido que acatar…..)

2 pensamientos en “«Madrid villa y Corte»

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