Post by María.
Desde que Gabriela tiene 2 años, en navidades hemos ido todos los años al espectáculo que nos ofrece siempre el Gran Circo Mundial en Madrid; pero este año no fuimos, cosa que nos recordó la niña este fin de semana, que mira por donde este año han prorrogado su estancia hasta el 8 de febrero. Así que ya os podéis imaginar donde pasamos la mañana del domingo.
Rara vez puedes fallar con el plan llevando a los niños al circo, bueno,… hay circos y circos. Mis hijos disfrutan con los números donde participan animales y les encantan los trapecistas. Los payasos no son precisamente el número que más les apasiona. A Gabriela de pequeña le daban miedo, y Alejandro los tolera siempre que mantengan distancia con él. Ya veis.
La historia del circo en general, se remonta al legado cultural que nos dejaron algunas de las civilizaciones más antiguas. En estas sociedades, aproximadamente 3.000 años atrás, algunas de las actividades que hoy relacionamos como parte del espectáculo circense, como la acrobacia, el equilibrismo o el contorsionismo, tenían una utilidad que estaba íntimamente relacionada con la preparación de guerreros, rituales de ámbito religioso y con algunas prácticas festivas de la época.
Fueron los romanos quienes dieron el nombre Circo a estas actividades de ocio.
El primer circo moderno, como nosotros los conocemos, fue inaugurado en Inglaterra en el año 1768. Entre sus distintas actividades de entretenimiento, comprobamos que algunas siguen usándose en los circos de hoy, como es el caso de la música, los animales domesticados, acróbatas y payasos.
El Circo es un espectáculo que atrae a grandes y a pequeños, y en él se combina la magia de la función con el propio espíritu aventurero de los protagonistas. El montaje de las carpas, los animales, las estruendosas bandas de viento, todo su une para crear una atmósfera incomparable. Desgraciadamente, mantener un circo se ha convertido en algo demasiado costoso en nuestros días y muchos de ellos van desapareciendo poco a poco en muchos países.
Pero volviendo al Gran Circo Mundial, decir que está considerado como una de las mayores y más prestigiosas caravanas circenses, recorre ciudades de toda Europa con un programa repleto de atracciones procedentes de los mejores circos del mundo.
Tiene en su haber, numerosos galardones y premios como la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Medalla de Oro y Diploma de Honor de UNICEF, Trofeo Ercina al mejor espectáculo circense,…. entre otros muchos.
Habitualmente, en los últimos años, colocaban la carpa cerca del Centro Comercial La Vaguada, pero este año están en la calle Silvano, junto al Palacio de HIelo (metro Canillas) en el barrio de Hortaleza.
Una vez ubicados en nuestros asientos, las luces se apagaron por un instante, al encenderse: los tigres de bengala!… este año empiezan directamente con los tigres, cosa que encantó a mis enanos. Unos simpáticos mininos dirigidos por Redi, Sora y Cristiani (domadores italianos).
De los números que más gustaron: las acrobacias usando cintas aéreas de Carlos Carvalho, portugués que nos dejó con la boca abierta con sus escalofriantes ejercicios y bonita coreografía. El comentarios de Alejandro que tenía sentado a mi lado: «mamá, parece un pajarito»…. o «mamá, ahora parece un cohete!».
Otro tipo de acrobacias con toque de humor, las del Dúo Manducas, o el trapecio con Anthony Wandruschka que nos hizo gritar pensando que caía al vacío y resultó estar atado por los tobillos (nos hizo la del «puenting»).
Otro número que nos resultó precioso a la vez que elegante fue el realizado por caballos de raza española,
Disfrutamos con Los Ernestos y la Fiesta de los Dálmatas….los elefantes, y de los payasos de participaban en es espectáculo, nos quedamos con el super Clown Carletto con el que nos reímos muchísimo viendo como hacía participar al público.
Los niños se acordaban del coche-robot Transformer de las pasadas navidades y este año contaron de nuevo con sus participación.
Puesta en escena interesante, la del hombre iguana, que acabó metiéndose dentro de una caja de cristal de 50x50x50… increíble ese contorsionista.
Siendo sincera, es un espectáculo de dos horas (descanso de 10 minutos en la mitad), y los peques, al menos los míos, hay momentos en que dejan de prestar atención, sobretodo los más pequeños. Alejandro tuvo momentos de cansancio, se le hizo un poco larga la función. Gabriela lo llevó mejor. Fue ella quien en esta ocasión nos empujó a toda la familia a visitar el circo, y salimos contentos.
De camino a casa, en el coche no pararon de comentar «las jugadas».