Como estamos en primavera (aunque parezca mentira por la temperatura de estos días 🙂 ) en casa ya apetece hacer excursiones al aire libre y dejar un poco de lado el tema de visitar sitios cerrados, así que hace unas semanas decidimos conocer uno de esos pueblos llenos de encanto y magia con los que cuenta la comunidad de Madrid.
Muchos de vosotros seguro que lo conocéis ya que para quienes sean de Madrid es imposible no haber oído hablar o visitado este pueblo tan original alguna vez, pero para todos aquellos que no sois de aquí…. os voy a revelar un secreto. ¿Sabíais que a escasos 50 kilómetros de la capital existe el reino más pequeño de España?, ¿sabéis cual es?
Pues a unos cincuenta minutos del centro por la A1 llegamos a Patones de Arriba, un pueblo precioso y cuidado, ideal para dar un paseo por sus calles empedradas o por la montaña, conocer yacimientos arqueológicos o hacer alguna ruta de senderismo.
Una vez más (no lo he podido evitar 😉 ) me he puesto a bucear en su historia y he descubierto cosas muy interesantes que nunca me podría haber imaginado de un pueblo tan pequeñito.
Por ejemplo…..
Sobre su nombre. El nombre de Patones viene de uno de los apellidos de sus fundadores (Patón), dos hermanos oriundos de Uceda (los hermanos Asenjo) que deciden instalarse en una estrecha garganta hacia 1527.
Pero… ¿Por qué lo llamo el reino?
Pues parece ser que las familias que se instalaron en esta localidad acataban la autoridad de un anciano al que daban el título de rey y este cargo siempre fue hereditario. Incluso hay escritos oficiales en el que se dicen que personalidades importantes como el Cardenal Moscoso o el propio Carlos III habían hablado con el “Rey de Patones”.
Hay más de una leyenda sobre estos reyes… Por ejemplo, que uno de estos monarcas envió una carta a Felipe II con este encabezamiento: “Del rey de Patones al Rey de España”. O que fue el propio Rey Carlos III quien acabó con esta dinastía tan peculiar cuando se negaron a pagarle los impuestos.
Sobre su evolución histórica. Su origen fue perteneciendo a la Villa de Uceda que lo trataba como un barrio lejano y olvidado salvo para recaudarle los impuestos. Fue en 1769 cuando se le hace llegar a Carlos III un escrito donde se le exponía su situación de abandono por parte de Uceda y solicitaban el titulo de aldea que se le concede el 3 de Agosto de ese mismo año.
A mediados del siglo XIX empieza a formar parte de la provincia de Madrid y se inician las primeras obras de canalización de agua hacia la capital con la construcción de la presa del Pontón de la Oliva.
Pero yo solo estoy hablando de un “Patones” y muchos me diréis que conocéis la existencia de dos. Os tengo que dar la razón y aquí va la explicación…..
Fue en el siglo XX, tras la Guerra civil y sobre todo en los años 60 cuando se comienza la construcción de nuevas carreteras que facilitaron el acceso al pueblo y permitía a los vecinos descender más fácilmente al llano. Esta accesibilidad y el tiempo ayudó a la formación de un nuevo núcleo poblacional (Patones de abajo) que a día de hoy cuenta con todos los servicios de un municipio y que provocó el casi abandono al completo del de arriba.
En los años 70 se redescubrió Patones de arriba y se comenzó, siempre respetando el carácter tradicional de la zona, un proceso de adquisición y rehabilitación de edificios privados, públicos y monumentos históricos, se invirtió en la pavimentación de las calles, comenzaron a proliferar los alojamientos rurales y restaurantes. Y lo han hecho tan bien que a día de hoy Patones de arriba está declarado como Bien de Interés Cultural.
Sobre sus secretos. Pues cuenta la leyenda que Patones de arriba fue el único pueblo de Madrid al que no llegaron los franceses durante la Guerra de independencia, ya que gracias a su situación geográfica había quedado oculto a los ojos galos. Como dice el cartel… “El Rey de los patones reino durante el mandato del Rey de toda España Carlos III y con su sentimiento durante la invasión napoleónica del año 1808. Fue el único pueblo de España que por estar oculto en esta inaccesible sierre, se libro de los invasores franceses”
Pues siento ser yo la que quite la magia a este cuento, pero desgraciadamente existen documentos en el archivo municipal que demuestran los tributos pagados por Patones a los destacamentos franceses. (Por ejemplo el pago de una vaca y la asignación de 50 libras de carne al destacamento de Torrelaguna… 😦 )
Nosotros elegimos una soleada mañana de domingo del mes de enero… si, hacia un frio que pela, menos mal que íbamos más o menos preparados, pero aun así hacía mucho frio. 😦
Así que…. Primer consejo de mamá: Tened claro qué vais a la sierra de Madrid así que vestid según la época del año pero con algún jersey y abrigo de reserva en el maletero del coche por si acaso. 😉
Durante el trayecto por la A1 tenía a los tres mosqueteros con la mosca detrás de la oreja, (sobre todo a Lucia que ya está en esa fase que todo lo tiene que saber y entender) les había dicho que íbamos a conocer uno de los pueblos de la arquitectura negra de Madrid.
¿Cómo un pueblo que me dices que es precioso puede tener la palabra “negro” en su descripción mamá?. No quería darle la respuesta antes de que lo viera, pero la verdad es que en cierta manera tenía razón, el negro no suele ser un sinónimo de bonito…..
Para llegar al pueblo teníamos dos opciones.
Se llega antes a Patones de abajo pero cuando te desvías hacia al de arriba hay una especie de parking donde se puede dejar el coche y seguir a pie unos 750 metros hasta llegar.
Viendo el recorrido que nos esperaba (750 metros pero con un desnivel bestial ) optamos por la segunda opción que era seguir en coche hasta la entrada del pueblo y digo a la entrada porque Patones es peatonal y los coches tienen prohibida la entrada.
Llegamos prontito, sobre las 11:30 de la mañana y la verdad es que fue un acierto, comprobamos que hay pocas plazas de aparcamiento y si no mirad donde tuvimos que ir nosotros a aparcar…..
Así que aquí va el segundo consejo de esta entrada: Si vais, hacedlo a horas tempranas! de lo contrario puede que os tengáis que volver sin siquiera bajaros del coche… 😦
Nosotros no teníamos nada planificado, nuestra idea era pasear por sus calles y descubrir uno a uno los encantos de este pueblo rodeado de montañas, de calles empedradas, de casas con muros de casi un metro de anchura con su madera y pizarra que nos dieron la impresión de que el tiempo no había pasado por allí.
Y esta pizarra es la pista que les faltaba a mis peques para descubrir porque el pueblo se llama “negro”. No es que sea feo u oscuro, todo lo contrario, Patones de Arriba se llama negro porque el principal elemento de su arquitectura, tanto en tejados como en paredes, es la pizarra negra que se extraía del propio entorno natural de la zona.
Los niños se quedaron fascinados con los tonos grises azulados, plateados y negruzcos de este material…. ¿Mamá por qué las casas son tan gordas y se construyen con pizarra en vez de con los ladrillos que vemos en Madrid? . (Temía esta pregunta así que me la había preparado bien jejeje 😉 ) y solté mi discurso de madre resabidilla que dije algo así como…… “Este tipo de construcciones son consecuencia del clima tan extremo que tienen por la zona en invierno, son meses duros, largos y con nevadas frecuentes, por eso hacen las casas con esas paredes tan gruesas, ventanas pequeñas y grandes chimeneas”.
Conocimos cosas súper chulas como el Ecomuseo de la pizarra que nos permitió conocer un poquito más sobre esta arquitectura a través de los sitios más emblemáticos de la localidad y al aire libre o la antigua Ermita del 1650 con su bonito campanario hecha de piedra y cal, que ahora es la oficina de turismo.
Este pequeño reino goza de una gran oferta turística, (yacimientos arqueológicos, alojamientos rurales, sendas, rutas guiadas o restaurantes con buena comida) pero sobre todo es un pueblo para pasear y por eso me veo en la obligación de daros mi tercer consejo de mamá: ¡Llevad buen calzado! cómodo y duro que las cuestas y los suelos de pizarra os pueden jugar una malapasada.. sobre todo a las mamás 😉
Fue una mañana fantástica, los niños se lo pasaron genial paseando a su aire por las calles sin temor a que apareciera un coche, admirando cada uno de los detalles que íbamos encontrando y que estaban cuidados al milímetro, lleno de color por las flores que adornaban cada una de sus esquinas y plazas, con sus tiendas de artesanía, sus terracitas y restaurantes.
Un lugar que nos ha dejado un buen sabor de boca y al que seguro volveremos….
Ehhh!! que no puedo irme sin daros un cuarto consejo de mamá curiosa: Si tenéis tiempo a la vuelta pasaros por el embalse de Atazar, está a tan solo once kilómetros de Patones y sobre el río Lozoya, goza con el titulo del ser el más grande de la comunidad de Madrid y que por lo que he leído merece la pena visitar.
Como podéis ver los alrededores de Madrid tienen mucho que ofrecer. A menos de una hora nos encontramos con sitios preciosos y en los que se come de maravilla, excusas perfectas para una escapada familiar un día del fin de semana. Hoy os hemos “descubierto” Patones y antes ya os habíamos hablado de pueblos como Chinchón, Segovia, San Lorenzo del Escorial e incluso Aranjuez. Mañana….. ¿Cuál nos tocará?
Bs
No me digas que la excursión, con gorros, fue el fin de semana pasado….
Este pueblecito es de los que tengo en «pendientes»…. A ver si encuentro hueco!!!!
Preciosa entrada, como siempre!
Bss
He puesto…. Hace unas semanas😂😂😂😂
Jajaja Sofia, los gorros son lo más ehh? La verdad es que la hicimos en uno de esos días de solazo de enero así que imagínate el frío que podía hacer…….
Id a verlo, merece la pena… 😘😘😘😘
ya me parecía a mi que no podía ser del fin de semana pasado…. jajaja!!!! Bss
Pingback: Una escalera en el agua. | mamás peques y súper planes
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Ya estamos casi de vacaciones de Semana Santa, si os quedáis por Madrid, podéis hacer una excursión a Patones, como hizo Marta hace un par de años.