Aún me acuerdo la noche en la que nos conocimos. Era una noche de Agosto de hace unos tres años, habíamos dejado a los peques con los abuelos porque mis cuñados nos querían invitar a cenar y aprovechar la ocasión para presentarnos a los tíos de Vero.
Ella entró muy seria, había discutido con su hermano por temas familiares o algo así, cosa que me preocupó un poco por si la noche no transcurría como me la había imaginado. “Jo (pensé) por una vez que consigo mentalizarme y atreverme (sí, soy una mamá gallinita 😉 ) a dejar a los enanos, la cosa no va a ser tan divertida” (normal, yo tampoco estaría para mucha fiesta después de una bronca con mi hermana), pero me equivoqué y tan solo unos minutos más tarde ya estábamos riéndonos y hablando como si nos conociéramos de toda la vida.
Fue una de esas noches en la que el tiempo pasa volando, en la que casi sin darte cuenta has pasado del aperitivo al digestivo en dos chasquidos de dedos, en la que conoces a dos personas con las que conectas a la perfección, con las que sientes una confianza que con otros has tardado años en tener, con las que coincides en infinidad de maneras de pensar y de actuar, pero sobre todo con las que no paras de reír.
Desde esa noche hemos ido coincidiendo cada vez más, poco a poco hemos ido entablando una amistad que espero dure para siempre, conociendo nuestros defectillos y nuestras virtudes y una de estas últimas es la causa de mi post de esta semana.
Llevo mucho tiempo dándole vueltas a esta entrada, averiguando cual sería la mejor manera de enfocarla, porque los que ya me conocéis sabéis perfectamente que se me pone muy cuesta arriba escribir sobre cosas en las que mis sentimientos pueden afectar a la objetividad de lo que quiero expresar, (¿os acordáis de la entrada sobre mi padre, sobre Manu, sobre mis abuelos, sobre mi compi María o incluso el día que quise felicitar a mi princesa por su cumple?) así que después de tirar un par de borradores creo que hoy es el día, a ver qué tal….. 😉
Aunque los dos son dignos de conocer hoy quiero hablar de María, una de esas mujeres que se dedica en cuerpo y alma a su familia.
Casada con Javi, un hombre encantador, un hombre de campo que siempre estará con ella pase lo que pase, el hombre de su vida.
Y Alberto, su hijo, su mayor tesoro, por el que daría la vida y el que crece demasiado rápido para lo que a ella quisiera.
Si tuviera que aventurarme a describir un poco a María diría que…..
Es una mujer sensible y un poco tímida, una mujer que a veces tiene la sensación (aunque no es así) de que no encaja excesivamente en más de un lugar pero que se pasa el día buscando esa felicidad en la que cree profundamente, disfrutando de las pequeñas cosas de la vida.
Amiga de sus amigos y mamá gallina de los suyos (como yo 🙂 ), hasta tal punto que se siente una segunda madre para sus sobrinos y a veces llega a pecar un poco en exceso de sentirse responsable de sus errores o no o dejarles levantar el vuelo con sus decisiones.
Una mujer ferrolana hecha de una madera especial ya que con apenas 23 años y casi por casualidad decidió alistarse en la Marina, profesión en la que descubrió su gran pasión a pesar de esas largas temporadas incomunicada en alta mar y en una época en el que el % de mujeres en el ejercito era muy escaso.
Inciso de mamá: Era tan buena en su trabajo que hasta le concedieron unas cuentas condecoraciones… como la del «Mérito naval» o el reconocimiento por su participación en la «Guerra de Yugoslavia» concedida por la ONU.
(Gracias Pajarito Javi 😉 )
Una mujer que sabe adaptarse a las diferentes situaciones que te plantea la vida, que aunque siga padeciendo de la famosa morriña, ha sido capaz de pasar de la inmensidad del mar a la limitación de la tierra y por lo que me han contado (ya sabéis que soy muuuuy cotilla) el culpable fue Javi, un leonés que pasó por Ferrol y que en apenas unos meses supo conquistar el corazón de esta gallega desde los pies a la cabeza. Algo que sorprendió hasta a la propia interesada porque nunca se había imaginado viviendo lejos del mar…. Aun se le dibuja cierta sonrisa en la boca cuando recuerda una anécdota de cuando era marine y volviendo a Galicia con unos compañeros de profesión pasaron por la Bañeza y ella espetó… “no me vendría a vivir aquí ni loca” jajaja Maria no se puede escupir para arriba que siempre cae 😉 ¿Quién te iba a decir a ti que poco tiempo después estarías viviendo en un pequeñito pueblo de esa provincia? .
Además, siempre se le ha dado bien las manualidades y desde que tuvo un poco más de tiempo se dedico a ir a cursos, a investigar en Internet las diferentes técnicas, materiales y cosas que hacer, convirtiéndose pasito a pasito y de manera casi autodidacta en la gran artesana que es hoy.
Casi en secreto ha comenzado a elaborar sus propias piezas de artesanía y poco a poco se ha ido sumergiendo de lleno en este mundo de las manualidades, tocando varios palos artísticos con los bolsos, los estuches y neceseres, cuadros decorativos, o incluso la restauración de muebles.
Yo no conocía esta maravillosa habilidad en Maria, la descubrí casi por casualidad el verano pasado cuando me regaló uno de su bolsitos y me gustaron tanto que no se me ocurrió otra cosa que darle la barrila animándola a enseñar sus maravillas al mundo.
Tengo que reconocer que me costó un poco, como buena ferrolana la duda merodeaba por su cabecita y aunque le apetecía un montón meterse en este mundo tan fantástico para que la gente conociera su trabajo, le daba terror la mínima posibilidad de fracaso. Poco a poco su angelito valiente y aventurero venció al temeroso y comenzó su andadura como artesana en internet.
Lo primero que hizo fue crear su página en “Facebook”, seguro que se lo pasó bomba buscando un nombre que la describiera y que a la vez fuera atractivo para el público. Que ilusión me hizo ver por primera vez “las costas de Marietina”, sabía perfectamente las sensaciones por las que estaba pasando en ese momento, yo había pasado por las mismas el día que decidí abrir el ordenador y buscar un nombre para nuestro blog.
Poco a poco ha ido colgando sus “cosillas” en la página y creo que casi sin darse cuenta ha ido perdiendo esa inseguridad en sí misma y ha comenzado a creer de verdad en su proyecto. Ahora cuando la oyes hablar te das cuenta que aunque ella se define como una persona tímida, lo que denota es seguridad, frescura y carácter con sus diseños.
Como os podéis imaginar os invito a visitar su página, tiene mil opciones para hacer un pequeño o gran detalle a esa persona a la que queremos sorprender. A lo mejor ahora no es ese momento pero apuntaros este nombre en vuestra agenda para opciones futuras de regalos.
¡Mirad que cosas más chulas!
Os dejo también su dirección de mail para cualquier consulta que le queráis hacer que os atenderá encantada. mariajruzo@hotmail.com
Y como una las señas de identidad de este blog es no hablar de nada que no hemos probado os diré que los regalos de la pasada navidad a los profes de mis hijos fueron made in “las cositas de Marietina”.
No quiero terminar esta entrada sin decir….. “María eres una grandísima artesana y desde aquí mi más profunda admiración por tu gran trabajo. Aun eres novatilla en este mundo pero con tu trabajo y tesón llegarás muy alto”.
¡Próximo proyecto….. tu propia página web!
Un beso gordo.
Pd. Javi, Una entrada más darte las gracias, esta vez por hacer de espía y detective para mí, creo que no se ha olido nada y sin ti no hubiera sido posible. 😉
Mucha suerte a esa artesana y ese carácter me suena un poquito, jajaja. Buena descripción!!!!
Será por la proximidad geográfica jajaja
Me encantan sus trabajos
Son geniales!
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