Estos días de calor es difícil sacar a los peques de la piscina, pero yo, desde que me vetaron el sol y me recetaron que solo podía exponerme a él a partir de las 18.00 casi nunca bajo, soy de esas personas “raras” que solo me gusta meterme en el agua cuando estoy achicharrada después de estar como un lagarto bajo “Lorenzo” (sé que es malísimo 😦 , pero que os lo prohíban, ya veréis como se ansía eso) y a esas horas del día es complicado tener ese nivel de calor, además que odio estar bajo un árbol mientras todos chapotean en la piscina y que cuando me acerco un segundo al bordillo oigo a “Pepito Grillo” (en mi caso es mi marido) decir eso de… “Marta, a la sombra” 😦
Estas son mis vistas durante el verano. 😦
Con este percal os podéis imaginar que, aunque sea verano me gusta buscar planes alternativos para no pasarme el 80% del día metida en casa y cuando descubrí éste hace un par de años, me propuse que más tarde o más temprano conseguiría convencer a la familia.
No os voy a descubrir nada nuevo, en los últimos días muchos de los blogs parecidos al nuestro han avisado que junio es el mes de la recogida de la “lavanda” y que es una experiencia que merece conocer in-situ, algo que suscribo totalmente después de experimentarlo en primera persona.
El sábado pasado, aprovechando que se nos habían caído los planes originales le propuse a Manu hacer una excursión con los peques y pasar el día fuera de Madrid.
Su cara lo decía todo…
“¿A dónde vamos a ir con esta calorina?, ¿no se estará mejor en casa o en la piscina?.
“Venga Manu anímate, vamos por la mañana comemos por allí y a media tarde estamos en Madrid para un baño de última hora”.
Su cara iba mejorando por minutos 😉
“¿Cómo que vamos por la mañana, comemos por allí y volvemos por la tarde?, pero ¿Dónde está ese campo de lavanda?”
“¡Nada! A una horita de Madrid, no pretenderás que una cosa como ésta esté a las afueras de una ciudad, ¿no?, pero ¿no te gusta tanto pasear?, pues esta idea es una opción perfecta para quitarnos este color de flexo de oficina y nos dé un poco el aire.
Inciso de mama: Supongo que pasa en casi todos los trabajos, pero en mi sector el mes de Julio es uno de los peores del año, entre la liquidación del IVA, el impuesto de Sociedades y elaboración de las Cuentas anuales del ejercicio, mis 31 días de este mes los paso sentada delante de un ordenador viendo las horas pasar, agobiada porque un día más no llego a ver a los niños en su último baño de la jornada. 😦
Manu esto lo sabe y aunque es muy gruñón y protestón en un primer momento luego se le convence pronto, así que allí nos fuimos, eso sí, no sería él si durante el rato que duró el trayecto no soltase algún comentario que otro buscando que yo saltara. (pero esta vez no lo consiguió 😉 )
A unos 25 kilómetros de Guadalajara, poco más de una hora en coche desde Madrid, se encuentra un pueblito que a día de hoy soy incapaz de pronunciar correctamente, Brihuega, donde se encuentran estas extensiones de Lavanda cuyos colores y olor no tienen nada que envidiar a los de la famosa Provenza.
Soy consciente de que se me puede tachar de una persona impulsiva, que me apunto a un bombardeo en cualquier momento y es verdad, pero en este caso tengo que decir que he sido hasta paciente… pues he sido capaz de esperar al pasado fin de semana y no cuando me surgió la idea porque había leído por ahí que la época ideal para conocer estos campos es a finales junio y Julio, justo cuando la lavanda ha florecido y los campos se convierten en ese mantón morado que tanto se han visto por las redes sociales en estos días.
Llegamos a media mañana y fuimos directamente al centro de información turística de Brihuega, un pueblito alcarreño bañado por el rio Tajuña que merece la pena conocer cuando se pase por allí.
Estaba claro que no éramos los únicos que habíamos tenido esta maravillosa idea, más de 20 minutos fue la espera para ser atendidos (tengo que decir que solo había una persona en el mostrador y que se la veía enamorada de su tierra, contó exactamente lo mismo a las 15 personas que tenía delante, con el mismo detallismo y con la misma sonrisa desde el primero hasta el último turista), pero salimos de allí con las indicaciones a los campos de Lavanda y sabiendo el por qué de tanta gente.
Cotilleo de mamá: todos los años y durante el mes de julio este pueblo celebra el festival de la lavanda con visitas guiadas a los campos de Lavanda y actividades relacionadas con esta famosa flor. El final de fiesta es siempre durante el último fin de semana del mes y desde hace un par de años se organizan conciertos con la opción de un buffet cena al aire libre después del espectáculo.
Requisito: Compra la entrada en www.ticketea.com e ir vestidos de blanco.
(foto: http://www.festivaldelalavanda.com)
Después de estas fechas la lavanda se recolectará y empieza la cuenta atrás para el siguiente festival.
Pero nosotros a lo que vamos….
Las visitas organizadas solo son por la tarde, la luz es mejor y los “bichitos” están más relajados, así que nosotros decidimos ir por nuestra cuenta, animados por la mujer de la oficina de turismo que nos dijo que aunque los campos eran privados, se dejaban visitar y aparcar en los caminos colindantes siempre y cuando se fuera respetuoso.
Hay dos puntos geográficos a los que se puede ir para conocer estos mantos morados…
El que está a la salida del pueblo dirección Cifuentes y tomando dirección a Sacedón por la carretera CM-2005, con unos colores más tenues.
Y a la zona donde fuimos nosotros siguiendo las indicaciones de la “experta” (los que más merecen la pena), viniendo de Guadalajara, dirección Villaviciosa, justo al lado de la salida a Brihuega.
Consejo de mamá: venid con paciencia, puede que deis un par de vueltas, no es algo que se vea inmediatamente y podéis pensar que vais por mal camino. Nosotros rodeamos un par de veces Brihuega, llegando las dos veces al mismo punto de partida, pero al final terminamos llegando jajajaja.
Sé que muchos vais a pensar que exagero, pero viendo las indicaciones que te dan en la propia oficina… no me podéis negar que fácil no lo ponen. 🙂
Palabras textuales…..
«Carretera CM-2005 en dirección a Sigüenza. en el cruce, girar a la derecha hacia Villaviciosa de Tajuña _ hontanares. continuar todo recto 1.5km aproximadamente, hasta llegar a la indicación de Villaviciosa de Tajuña que queda a la derecha, es la carretera GU-918. A 300 coger el camino que se desvía la izquierda y a unos 200 metros ya pueden ver el campo»
El lugar es un espectáculo, ya cuando te estás acercando merece la pena abrir la ventana e ir oliendo el rastro de la lavanda. Teníais que ver la cara de los enanos cuando vieron todo ese paisaje…
“Mamá que bonito, tenías razón ¡todo es un mantón morado!”. (menos mal porque iban casi como el padre, preguntándose que hacíamos una tarde de verano en medio de la nada jajajaja)
Aparcamos en uno de los caminos que hay entre los campos y bajamos a explorar el terreno.
No tardamos ni cinco segundos en corretear, oliendo una y otra flor, escuchando el zumbido de las abejas y como no, haciéndonos fotos con ese marco tan único.
Nos dio tiempo a todo, hasta para descubrir que Lucia es digna hija de su madre y que lo del campo a ella tampoco le va demasiado. Si no nos chafó 10 fotos con cosas como… ¡AHHHH tengo una abeja en mi oído!, ¡qué asco, un saltamontes!, ¡me quiero ir, las hormigas suben por mi pierna!
Y cuando nos percatamos de esta mezcla de ciempiés con… no sabría bien con qué, pudimos ratificar nuestra teoría de que nuestros hijos son como la noche y el día.
¡Lucia casi sin darnos cuenta estaba en la otra punta del campo y Jorge con los dedos a escasos milímetros del bicho para cogerlo y verlo más de cerca!
Pasamos un buen rato allí…
Paseando, oliendo y disfrutando y aunque como os dije la semana pasada no soy mucho de campo hubiese estado un buen rato más, si no hubiera sido porque mi “pepito grillo” particular despertó y soltó por su boca esas frases que tanto me gustan….
“Marta protégete del sol”.
“Me encantaría Manu, pero estamos en medio del campo”.
“Tienes toda la razón, niños vámonos, a mamá no puede darle tanto el sol y a esta hora está muy fuerte”.
“sabes que lo hago por tu bien”.
En ese momento la gruñona fui yo, pero al igual que a él se me pasó rápido, se que lo hace por mi….
En fin, qué más puedo decir…. visitar un campo de lavanda es un plan ideal para que los niños vean de una manera diferente los cosas bonit que puede crear la naturaleza. Y sobre todo para pasar un rato diferente en familia DISFRUTANDO JUNTOS.
Si os ha gustado la idea, aun estáis a tiempo para ir este fin de semana y si queréis disfrutar del festival, solo tenéis que comprar la entrada en www.ticketea.com
¿Os animáis?
Bs
Muy buena presentación a ver si puedo ir algún día de estos😀😀
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