¿Cuántas de vosotras no tiene cuatro o cinco cajas llenas de lápices, rotuladores o ceras de sus peques?
¿Cuántas de vosotras cada vez que abrís una esas cajas os juráis y perjuráis que el próximo sábado hacéis limpieza para tirar todo lo que no sirve, pero ese sábado nunca llega porque pensáis que por muy pequeño que sea el trozo que quede de cera o lápiz siempre se le puede sacar utilidad? yo, soy una de esas madres… 😦
Hoy os explico una manualidad que tendrá una doble función:
- Mantener entretenidos a los niños durante una tarde.
- Reciclar todos aquellos trozos de cera que no desechamos pero tampoco usamos.
Hace dos o tres semanas, después de otras tantas con lluvia, tantas, que incluso me habían hecho preguntar cuánto puede aguantar bajo la lluvia una persona en sus cabales, el sol parecía que quería salir, que la racha húmeda iba a acabar y que la primavera que estaba a la vuelta de la esquina quería llegar un poquito antes, va mi hija y pone mala 😦 .
Esta madre desesperada…… se puso a buscar cosas en internet que se pudieran hacer en casa y acabe decantándome por una manualidad, una forma divertida para ocupar un espacio de tiempo importante para que mi princesa no se aburriera en esos días de cautiverio forzado; encontré en este campo un mundo entero por descubrir, a la vez que recordando alguna que otra actividad que ya había hecho yo de pequeña.
Nunca he sido excesivamente buena en esto de las manualidades, cuando era niña y en ocasiones especiales ponía mucho esfuerzo en hacer cosas chulas que veía en televisión o revistas pero el resultado nunca se parecía al demasiado al original. No creo que esto solo me pasase a mí, de hecho, muchos padres evitan hacer este tipo de cosas con sus hijos porque no se sienten lo suficientemente artistas o porque no les gusta lo de después, pero a los niños este tipo de actividad les encanta, sobre todo, si lo hacen con papá o mamá.
No espero que mis hijos sean unos artistas ni mucho menos, pero siempre intento ( dejando a un lado mi “tara”), proponer cada cierto tiempo una actividad de este estilo, les encanta y disfrutan un montón…… ponen una ilusión tremenda que aumenta proporcionalmente cuando la actividad incluye pegamento, colores o tijeras y lo más importante es que estoy segura que estimula su desarrollo creativo, les encanta crear mientras desarrollan sus habilidades, aprenden y mejora enormemente su concentración.
Es un momento que me gusta disfrutar con ellos aunque el producto final sea una “churro”, el resultado es un regalo de mis “bichos” favoritos, mis pequeños/grandes artistas, regalos hechos con sus manitas y que una vez acabadas enseñan con orgullo a todo el mundo.
Pero si en momentos de cocina ya os doy mis consejos de “mamá maruji”, en el tema de las manualidades, no puedo dejar de dar 4 consejillos para que la experiencia sea positiva 🙂 .
- La zona de trabajo tiene que estar despejada y protegida de posibles accidentes.
- Tener todos los elementos que vayamos a usar a mano.
- Utilizar ropa que no nos importe ensuciar e incluso estropear.
- Paciencia, bastante paciencia………
Elementos vamos a necesitar……
- Ceras.
- Una cazuela. (Si es posible vieja porque al final de la experiencia no creo que la vayáis a usar otra vez en el ámbito de la alimentación)
- Cazuela en la que quepa la del punto anterior porque vamos a usarla para hacer “baño María”.
- Una paleta o un palo para remover.
- Molde de formas. (Cualquiera, de esos que usamos para el hielo o chocolate, pero digo lo mismo que con la cazuela, luego no lo podremos volver a usar en el ámbito culinario)
Empezamos………
Separamos las ceras por colores. (No hace falta que los colores sean exactos pero si de tonos similares), las quitamos el papel y partimos en trozos pequeños.
Ponemos una cazuela con agua a fuego medio, no la llenéis mucho porque cuando pongáis la otra cazuela y empiece a hervir empezara a saltar. ( Supongo que para los que son más cocinillas que yo esto que estoy contando es una obviedad, pero yo lo descubrí en el momento del”baño María” 😦 )
Incorporamos el primer color que queremos hacer y la vamos derritiendo poco a poco removiendo sin parar.
Cuando este totalmente fundida y liquida, vertemos la cera en el molde que hayamos elegido.
Como esa cazuela la vamos a re utilizar con otro color, os aconsejo que con la aclaréis con agua muy caliente, si no, la cera que quede en el cazo se solidifica rápidamente y tendremos que volver a meterla en el “baño María” para poder fundirla de nuevo.
(Así queda la cera cuando se le echa agua fría 😦 , imaginadlo pegado en una cazuela…)
Repetimos el proceso tantas veces como colores queramos crear.
Una vez terminado, metemos el molde con cuidado en la nevera y lo dejamos enfriar una noche.
Recogemos el pequeño desastre que hemos creado…
Al día siguiente desmoldamos con cuidado y…. voila, listas para usar….
(Tita Vero, ya me dirás si te suena el dibujo 😉 )
Hay mil formas para hacer…….mi hija por ejemplo, como es muy princesa, eligió las manzanitas de Blancanieves
Yo no soy manitas pero me parece una idea perfecta para regalar, ¿no creéis?
Lo sé, en un primer momento puede parecer una manualidad difícil y complicada, pero puedo asegurar que si he podido yo…. ¡todo el mundo puede!, solo se tiene que tener un poco de orden y paciencia con los peques. 😉
bs
Marta