By María.
Como muchos ya sabéis, mi hija Gabriela fue intervenida de una adenoidectomía, reducción amigdalar y miringotomía del oído el pasado mes de junio. Todo esto en cristiano, es una reducción de amigdalas por radiofrecuencia, extracción total de vegetaciones y limpieza de mocosidad en oído interno.
Ahora, el próximo jueves volvemos a enfrentarnos a una nueva intervención quirúrgica. Esta vez por un problema de estrabismo con el que nació y del cual ha sido intervenida la última vez con un añito y medio.
Como veis, algo de experiencia en estas cosas ya tenemos. Pese a que no son intervenciones de alto riesgo, una madre siempre se pone en guardia, los nervios corren por el interior pese a poner buena cara hacia el exterior. Siempre cabe la posibilidad de que algo concerniente a la propia operación salga mal, a parte están las hojitas que debes firmar donde te indican todo lo que puede ir mal y que debes acatar, eximiendo de toda culpabilidad a los profesionales. Lo entiendo, pero como madre ya os imagináis que me entran los cuatro males solo de pensar en cualquiera de esas consecuencias.
Por la cabeza empiezan a desfilar todo tipo de pensamientos, tanto aquellos en que todo irá bien, es un ratito malo y se recuperará pronto, los niños aguantan mucho más de lo que nos imaginamos, lo voy a llevar yo peor que la niña,…. y también aquellos en que piensas las consecuencias de una anestesia general:
– Reacciones o alergia a fármacos.
– Reacción de hipertérmia maligna (que te lo ponen así y resulta que es una fiebre maligna derivada de la anestesia general y que puede comprometer la vida)
– Dificultades respiratorias
– Rotura o movilización de piezas dentales (con el trabajito que ya le estamos dando a Ratón Pérez)
– Afección de las cuerdas vocales
– Náuseas, vómitos o dificultades para orinar
– Flebitis, trombofeblitis, quemaduras eléctricas…. (aquí te imaginas: la van a operar o torturar… ay mi pobre niña!)
….. Cuando firmas tu consentimiento a todo ello es imposible que mil cosas, y no muy buenas, den vueltas por la cabeza de una madre, no os parece??
Supongo que el escribir este post es un poco como mi desahogo interno, y porque pienso que vosotros habéis podido tener estas mismas inquietudes si habéis pasado por ello, o si vais a pasar en un futuro. Intentas que los buenos pensamientos te invadan, como que es lo mejor que estás haciendo por tu hija, mejorar su salud, su calidad de vida, que es necesario. Y es así claro está, de lo contrario no haría pasar por ello a la niña.
Pero siempre, ese pequeño pensamiento oscuro, encuentra un hueco para amargarte un rato la existencia, ponerte nerviosa, y hacerte derramar una lágrima furtiva y no sabéis lo llorona que soy yo!… llamarme sensiblona, lo que queráis, pero si existiese una máquina en el mundo para medir la empatía de una persona, la haría saltar por los aires, palabrita.
Después también tenemos la parte de comunicar o preparar a tu pequeña para lo que se le viene encima. Gabriela es de esas niñas que necesitan saber todo lo que le va a hacer, todos los pasos que seguirá desde que entre al hospital hasta que salga. No con ellos sus nervios son menores, no, pero le da la sensación de control.
Es una niña muy madura para su edad, y siempre hemos hablado abiertamente con ella en casa. Es ágil de mente, y comprende que todo esto es necesario para ella. Por supuesto, no le contamos exactamente en que consiste y que le harán durante la intervención, eso no lo comprendería y le generaría confusión, pero sí le contamos todos los pasos previos a que se quede dormidita en la mesa de operaciones.
– Llegaremos al hospital, allí esperaremos un momentito a que te preparen una habitación y cuando la tengan subiremos a la que nos indiquen.
– Una vez en la habitación, nos vamos a poner cómodas, tú te sacarás la ropita y te pondrás tu pijamita o a lo mejor nos dan un camisón del hospital, no lo sabemos. Las zapatillas de casa. Podemos encender un ratito la tele si quieres. Hasta que llegue una enfermera o enfermero.
– Cuando llegue la enfermera, te dará un líquido que sabe a rayos y que deberás mantener debajo de la lengua un poquito y luego tragar. Puede, que nos conocemos, te de arcada, pero tienes que aguantar porque esta medicina te ayudará a que estés más tranquila. Esto es un relajante, se supone que los niños se quedan como adormilados, así en el momento en que se los llevan a quirófano, la separación no es tan traumática. Pero en el caso de Gabriela, esta medicación hace que hable por los codos, incluso se monta sus propias historias que solo entiende ella, pierde el control de su cuerpo… vamos que es como si estuviese totalmente ebria. De ello he avisado a la anestesista, me dijo que solía pasar en algunos casos, sobretodo en niños más nerviosos. A ver que pasa esta vez.
– Más tarde llegará el camillero que será el encargado de llevarte a quirófano, donde estará esperándote tu doctor, al que ya conoces, te pondrán una mascarilla y antes de que digas tres, estarás totalmente dormidita y cuando te despiertes, mamá ya estará a tu lado para llenarte de besos y abrazos.
– Cuando te despiertes, notarás que te han puesto algo en el brazo, se llama vía y sirve para ponerte medicación y te haga efecto antes. A lo mejor te molesta un poquito, pero ya sabes, las otras veces ni te enteraste. Cuando te la saquen también puede que moleste un poquitín, pero es muy rápido
– En esta ocasión, tenemos que pasar una noche en el hospital, pero mamá dormirá a tu lado, me haces un hueco a tu lado?
– Por la mañana vendrá el doctor a verte, comprobar que estás bien y ya nos vamos a casita. Allí estará tu hermano para darte otro montón de besos y papá con esa muñequita que tanto querías y que te colmará con todos los mimos del mundo.
Esta es la explicación que le he dado a mi princesa. La cual está ya muy nerviosa. Ella misma me dice: «mamá, sabes que cuando me lleven de la habitación voy a llorar, pero es que no voy a poder evitarlo»…. Ya lo se cariño mío, pero intentaremos minimizar tus nervios a base de cariño, besos, mimos y bromas tontas que se nos ocurran.
Se que todo irá bien, se que vas a ser una campeona, como en las otras ocasiones, y se que mami, cuando salgas por la puerta de la habitación, se irá al baño a llorar un poco también, que al igual que tú, no puede evitarlo. Y se también que esa noche la pasaré sin dormir, guardando tu sueño, velando por ti, acariciándote, besando tus manos, y seguro que haciéndote tirabuzones en el pelo. Estaré 100% para ti, solo para ti.