Mamá, ¡un bicho!

Con el buen tiempo, durante los fines de semana que me quedo en Madrid, me gusta  hacer alguna excursión en familia por algún sitio cerca.

Algunas nos han gustado tanto o hemos comido tan bien que solemos repetir y El Escorial es una de ellas. No os preocupéis, no os voy a remitir a la entrada que hicimos en su día, esta vez os vamos a contar un motivo más  por el qué tenéis que acercaros a este sitio mágico y que tanto a mi familia como a mi nos gusta tanto.

En alguna ocasión cotilleando por “San google” leí, que justo a la entrada de San Lorenzo del Escorial habían abierto un museo de insectos, un museo de esos que apetece ir con los peques, en los que se descubre cosas y se aprende de una manera divertida.

Insectpark, que es así como se llama, no es el típico museo en el que se ven miles de «bichos» en urnas con un alfiler con su nombre, todo lo contrario, es un espacio en el que sus creadores, han querido buscar el atraer la atención de grandes y pequeños, contándonos su lado más divertido y curioso.

Pero… ¿Qué es insectpark?

Insectpark es un centro de Naturaleza donde se puede descubrir los secretos mejor guardados de la fauna más “pequeña” en cuanto a su tamaño que vive en los diferentes ecosistemas del planeta.

Y… ¿Quiénes son sus creadores?

Insectpark es una idea de Pedro y Paloma, que tras recorrer el planeta durante años en busca de todo tipo de insectos y arácnidos, quieren compartir sus conocimientos con todo los que quieran visitar su centro.

Ya sabéis que soy muy “cotilla”,  he intentado conocer un poco más sobre la vida de estas dos personas y tengo que decir que he descubierto más sobre él que sobre ella. Pedro comenzó con su curiosidad por estos pequeños “bichitos” gracias a su abuelo, que le llevaba de paseo durante los veranos de su niñez y con el que se pasaba las horas persiguiendo mariposas.

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(foto: http://www.todoescorial.com)

Se puede decir que el origen de su colección comenzó ya durante esos años, cuando comenzó a guardar  los bichitos que le resultaban más curiosos. Esta  afición nunca cesó y ya de más mayor se dedicó a realizar expediciones científicas en busca de nuevos tesoros. Así, hasta conseguir la extensa colección que se puede ver aquí.

En cuanto a Paloma he descubierto que se ha dedicado durante años al estudio y a la reproducción de reptiles, participando también en expediciones científicas en lugares tan remotos como Borneo o Mauricio.

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(foto: http://www.insectpark.es)

¿Dónde se encuentra Insectpark?

Este centro está ubicado en un sitio precioso de la sierra, en el kilometro 5.800 de la carretera M-600 entre Guadarrama y San Lorenzo del Escorial. No tiene perdida ya que esta justo en el área recreativa del Tomillar.

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(foto: http://www.onsectopark.es)

Y ahora que tenéis todos los datos importantes… ¿Nos acompañáis a esta nueva aventura?

Salió un sábado con sol, de esos en los que aún no hacía demasiado calor pero en los que apetece salir de casa.

Ya habíamos comprado las entradas por internet, así que en cuanto entramos ya nos estaban esperando… 🙂 también esta enorme mantis de la que necesitamos unos segundos para recuperarnos del susto jajajaja.

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La chica de recepción era un encanto y nos explicó que Insectpark cuenta con cinco salas.

*Dos de ellas están dedicadas a especies vivas.

*Otra dedicada a una extensa colección de mariposas.

*Otra que está reservada para insectos naturalizados, distribuidos de una manera especial para que se pueda aprender sobre biodiversidad del planeta un poco más científica

*La última, con una colección de insectos de todo el mundo agrupados por temáticas.

Y allí que fuimos……

1 SALA. Veo, veo…

No era un sala muy grande pero si divertida. 🙂 En ella pasamos un buen rato descubriendo donde estaba un insecto palo o uno corteza.

En esta sala se quiere enseñar la capacidad de integración de ciertos insectos con el medio ambiente y en ella aprendimos que ese camuflaje y la inmovilidad son técnicas que muchos de estos bichitos usan para hacerse invisibles frente a sus depredadores.

2 ZONA mariposas ibéricas.

Aquí aprendimos un montón de cosas… sobre todo de las  diferentes clases de estos bellos insectos que viven en nuestro país.

Mis peques pasaron un buen rato en este pasillo  leyendo cada uno de los carteles explicativos con el que se cruzaban.

Observación de mamá: Me pareció una idea súper práctica el separar la información de cada comunidad autónoma por paneles, hacen la visita más atractiva para los peques y sin avasallarles con demasiada información.

Aunque es cortita esta sección, aprendimos un montón…

*Que Las mariposas tienen una vida muy corta pero muy activa. Comienzan en un huevo, después pasan a oruga, luego a crisálida y finalmente llega a adulta.

*Que las mariposas son uno de los indicadores con el que se demuestra la buena salud de un entorno y que desgraciadamente en los últimos 20 años ha disminuido tanto que hasta es difícil encontrarlas.

*Que las mariposas necesitan su carnet de identidad para poder viajar.

*Que las mariposas necesitan también un espacio silvestre en el que desarrollarse y que con nuestro progreso les estamos privando de él.

*Que los políticos ya han comenzando a elaborar programas de conservación alarmados por los innumerables avisos que los científicos están dando.

3 SALA. Curiosidades de los insectos.

Una sala muy divertida en la que han clasificado los insectos según sus categorías y en la que los peques lo pasaron en grande descubriendo los que parecían joyas, los barrenderos, los transparentes, los que pueden picar, los que se asemejan a guerreros medievales, las mariposas bañadas de colores metalizados o incluso algunos que con sus lanzas pican y son venenosos.

4 SALA. Bichos espeluznantes.

Tengo que reconocer que al 50% de la familia nos costó entrar en esta sala. Lucia tiene fobia a las arañas y tuvimos que arrastrarla casi literalmente para seguir con la expedición.

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En esta sala solo hay arácnidos, peludos y muy, muy, muy grandes. Ellas también se escondían como en la sala Veo, veo y pasamos un buen rato descubriendo sus escondrijos.

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3 SALA Biodiversidad inmensa.

Una sala  un poco más científica en la que se explica por qué son como son debido a su evolución  y adaptación al medio.

Las vitrinas están con cristales “lupa” que permiten ver a los bichitos más “GRANDES”  y con todo lujo de detalles. 🙂

Pero desgraciadamente, como toda actividad divertida, ésta, también llegó a su fin. Salimos encantados, fue una visita corta pero intensa, divertida y educativa a la vez. El plan perfecto para un domingo por la mañana que os apetezca salir de Madrid, pero sin necesidad de hacer demasiados kilómetros…. Un día en el que pasear por San Lorenzo del Escorial, El Valle de los caídos y conociendo Insect park… Ala, que os he hecho una ruta sin quererlo jajajaja.

Por cierto… justo delante de Insectpark hay un merendero fantástico con juegos para niños, ideal para hacer un picnic en familia. Pero si sois un poco tiquismiquis como yo, no os preocupes, también hay un restaurante llamado “Tomillar” al lado.

En resumen. Después de lo que hemos aprendido en esta visita tengo que decir que casi es una actividad obligada para ir con nuestros peques. Estamos hartos de ver campañas de protección del oso pardo o del lince ibérico, pero no somos conscientes de que también tenemos que intentar salvar a estos bichitos, sin ellos ninguno podríamos sobrevivir.

Dicen las estadísticas que los insectos suponen un 77% de los animales que están con nosotros en el mundo pero que solo se conocen la quinta parte y visto el ritmo que llevamos, nuestros peques no llegarán a conocer de la existencia de muchos de ellos.

Así que…. ¿Qué mejor excusa, para enseñárselos ahora que siguen entre nosotros?

No puedo terminar este post sin decir… “Gracias Insectpark por permitirnos conocer este pequeño gran mundo”

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Bs

Datos de interés

Página web. http://insectpark.es/

Horarios de apertura.

Lunes a viernes de 10:30 a 14:30

Sábados de 10:30 a 14:00 y 16:30 a 19:30

Domingos de 10:30 a 14:30

Lunes cerrado.

Se pueden concertar visitas guiadas para grupos

Tienes talleres y actividades para niños que se anuncia en la web.

Y ahora que llega el verano hacen salidas nocturnas para conocer a la estrella del museo, la mariposa isabelina.

 

Una escalera en el agua.

Ramón, mi profesor de tenis llevaba tiempo  diciéndome que a mí, que me gusta salir de Madrid y conocer cosas bonitas, no podía perder la oportunidad de conocer uno de los pueblos más escondidos de la provincia de Guadalajara  y a la vez, uno de los más bonitos de España. Así que aprovechando uno de esos fines de semana de Diciembre  en el que un sol radiante invitaba a estar fuera de casa no lo dudados y nos fuimos a la aventura.

Salimos prontito por la mañana, nuestro destino está a unos 130 kilómetros de Madrid y algunos de ellos pasan por carreteras comarcales, así que aquí va el primer consejo de mamá precavida: Tomaos el viaje con calma, no hay prisa y el paisaje bien merece la pena disfrutar.

Pero este primer consejo se tiene que completar con el segundo: El pueblito al que vamos es uno de los más visitados en la zona, sobre todo en primavera, así que no os retraséis en salir ya que en el pueblo está prohibido pasar en coche (algo que se agradece) y aunque habilitan un parking gratuito durante los fines de semana, se llena rápido.

Sobre las 11.30 y después de alguna curva que otra comenzamos a ver nuestro destino al fondo del paisaje. Un cartel que ponía  “Valverde de los Arroyos, uno de los pueblos más bonitos de España” nos recibió en la entrada y la verdad, es que solo habiendo echado un vistazo general ya nos dijimos que no se equivocaba.

Este pequeño municipio que apenas llega a los 100 habitantes censados, se encuentra en las faldas del Pico Ocejón en la sierra de Ayllón y a medida que te vas acercando sientes como, a pesar de no estar lejos de Guadalajara o incluso de Madrid, es un pueblo que gracias a su situación entre montañas parece en cierta manera oculto al resto, algo que creo le ayudado a mantener su identidad y esencia a lo largo de los años.

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(Foto: Wikipedia)

Valverde de los Arroyos al igual que Patones, (del que ya os hablamos aquí)  pertenece a esos pueblos denominados de “Arquitectura negra” que se caracterizan sobre todo por  la pizarra usada en sus construcciones.

casas con habitaciones pequeñas, grandes chimeneas y  paredes gruesas  cubiertas de ese material de color negruzco  surgen por la necesidad de los habitantes de estos pueblos para protegerse del clima tan extremo que tienen durante los inviernos.

Curiosidad de mamá: ¿Sabíais que este tipo de pueblos que se encuentran en la sierra de Guadalajara están en proceso de declaración de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO?

Una vez aparcado el coche nos pusimos a caminar y a escasos metros ya nos topamos con la Plaza mayor del pueblo, plaza muy cuidada con una gran fuente en el centro que me recordó a los típicos pueblitos de montaña suizos.

Valverde es un pueblo chiquito que no se tarda en recorrer.  Rodeado de naturaleza,  envuelto en silencio que solo se rompe con el sonido de algún pájaro o ráfaga de viento, con sus chimeneas humeantes para calentarse del frio y dentro de un escenario de pequeñas casitas de de piedra y madera que  ayudan a que los peques se vean paseando dentro de un cuento de hadas, por ejemplo y como me dijo Lucia, por las calles de “la bella y la Bestia” 🙂

Pero no se puede venir a Valverde de los Arroyos y quedarse en el mero turismo «urbanita». Todo el que venga hasta aquí tiene la obligación de conocer la parte  “natural” de la zona y que mejor manera de hacerlo que con   una pequeña excursión hasta la  Cascada o chorrera  de Despeñalagua.

¡No os asustéis! ya sabéis que yo no soy mucho de campo y  puedo asegurar que la experiencia  me encantó y los enanos se divirtieron de lo lindo.

Fijaos si la ruta es sencillita que  casi todo el mundo que viene a descubrir Valverde aprovecha la ocasión y la hace, de aquí que haya ciertas épocas del año que la ruta puede estar bastante concurrida o incluso parecer la Gran vía en época navideña jajajaja.

Por eso y antes de empezar con nuestra experiencia con la aventura os doy  mi primer consejo de mamá aventurera: Esta ruta no es apta para gente claustrofóbica o que no le guste la multitud.

Si,  la mejor época para ir es primavera que es cuando mayor caudal de agua cae, pero no busquéis el fin de semana idóneo con un solazo tremendo y unas temperaturas ideales, esa idea la tendrán  muchos más y aunque el  inicio del camino es amplio, a media que se acerca a la cascada se va estrechando y si en algún punto queréis dar la vuelta… con  mucha gente será difícil hacerlo de manera sencilla.

Ojo que nosotros hemos ido en Diciembre y la vista era espectacular.

Segundo consejo de mamá aventurera: Hay que llevar calzado apropiado, incluso me atrevería a decir que llevéis uno de repuesto con un par de calcetines de más. , es fácil sí, pero no dejas de estar caminando en un paisaje rocoso con tramos al lado de arroyos y creo que a todos os pasará eso de que cuando un niño ve agua….. la toca, ¿no? jajajaja

¿Empezamos?

El inicio de la ruta no tiene perdida. Dejamos la fuente de la Plaza Mayor a nuestras espaldas y subimos el camino que llevaba a los campos de futbol. Aquí nos encontramos un cartel que nos indicaba las posibilidades de rutas que hay en esa zona y seguimos  hacia la chorrera.

Al principio el recorrido era prácticamente llano, los cuatro íbamos paseando y saludando a los que nos cruzábamos que ya venían de vuelta. Tras unos 15 minutos el sendero se va metiendo en caminos más rocosos, estrechos y con un poco más de pendiente.

En cierto punto nos encontramos una especie de bifurcación, pero tomando la cascada como guía, tiramos a la izquierda y empezamos a ser  conscientes de la grandiosidad de la Chorrera.

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Yo como siempre, antes de hacer cualquier cosa ya había explicado a los enanos y al padre de las criaturas que es lo que íbamos a ver, nos apetecía un montón pero no esperábamos  sorprendernos después de lo que habíamos visto en una de nuestras excursiones en Alemania (aquí), pero  cuando vimos al fondo del paisaje toda esa agua cayendo a esa altura se nos abrió la boca involuntariamente. Si se veía así a nuestra distancia, ¡como tenía que ser desde alli!

En fila india íbamos subiendo poco a poco por el caminito. Cruzamos riachuelillos, seguimos saludando, dejando pasar a aquellas personas que iban más rápidas que nosotros mientras nos contábamos historias o escuchábamos las de otros que nos ayudaban a conocer un poco más este tesoro Natural.

Confesión de mamá: Tengo que reconocer que la que escuchaba a los demás era sobre todo yo pues desde muy pequeñita tengo fama de cotilla…. Mi madre siempre cuenta la vergüenza que pasó un día en una terraza cuando la mandé callar muy enfadada ya que no oía a la mesa de al lado.  Cosas de niños  pensareis, esto no de vergüenza, pero la cosa cambia cuando termina el relato diciendo que ella no fue la única que escuchó mi reprimenda, fue ella y el resto de mesas de la terraza (incluida la que me interesaba a mi 😉  ) .

Esta habilidad fue creciendo con los años hasta conseguir atender dos conversaciones a la vez, además de mantener una yo coherentemente. ¿Cotilla? no lo sé, quizás un poco.  No lo hago a todas horas, solo en momentos puntuales y sobre todo cuando tengo que estar atenta con lo que me pueden liar los enanos mientras creen que estoy a otra cosa jajaja, además  como se aprovechan los demás cuando me preguntan (que también son cotillas sin admitirlo) y lo que se aprende escuchando….

En fin, a lo que vamos…. De todas estas historias me quedé con una en especial,  no sé si será verdad pero me cayó tan bien el personaje de la historia y el narrador parecía experto en la materia así que os la voy a contar.

Contó el experto a su grupo  que este camino no tiene un origen natural sino que fue una idea de un tal Agapito, un habitante de Valverde que a finales del siglo XIX empezó sin ayuda de nadie, con su pico y su pala, a cavar para llevar el agua a las huertas de pueblo. Eso sí, cuando la gente vio que la cosa funcionaba y que no quedaba casi nada para terminar decidieron participar.  Os podéis imaginar que supuso eso para el pueblo, ¿verdad?

“Claro, cuando ya no quedaba nada (me dijo Lucia cuando se lo conté) que cara tenían en esa época”.

Inciso de mamá: ¿veis como escuchando se aprende mucho? 🙂

Tras aproximadamente 35 minutos llegamos al destino. Justo a los pies de un gran nogal se encuentra la cascada a la que nos podemos acercar junto hasta sus pies por un pequeño senderito. Las cabezas de los niños miraban al cielo viendo con que fuerza caía el agua a escasos metros de ellos. La página oficial del pueblo indicaba que la caída vertical del agua es de unos 80 metros aunque a nosotros,  desde ahí abajo, nos perecieron  muchos más.

Estuvimos  un buen rato allí… era un gusto ver correr el agua y escuchar el rumor de la cascada. El sitio es precioso, respiras una tranquilidad que incluso llega a ser un poco abrumadora si estas acostumbrada, como yo, al ruido de la ciudad.  El agua es totalmente cristalina y te permite ver lo que hay en el fondo.

Además, si el nivel del agua os lo permite os podréis acercar a la cascada a sacaros una foto, incluso podréis cruzar al otro lado, pero cuidado, nunca lo hagáis por las piedras que estén mojadas, resbalan mucho.

Comentario de mamá: Nosotros optamos por comer en uno de los restaurantes del pueblo, pero justo debajo de la cascada hay varias zonas donde se puede descansar e incluso hacer un picnic si os lleváis la comida.

Pero todo lo bueno llega a su fin y nuestro amigo el hambre ya llamaba a la puerta de los enanos, un hecho que no nos permitió demorar la vuelta ni un minuto más.  Como ya sabíamos a dónde íbamos el regreso fue más divertido, saludamos  a los que iban subiendo o ayudamos a los que iban un poco perdidos.  Teníais que ver a los enanos dando indicaciones como verdades boyscouts. 🙂

Si tengo que poner un punto negativo a nuestra experiencia diría que al ser Valverde de los arroyos un pueblo pequeñito tiene poca oferta de restaurantes y  si a eso le súmanos que fuimos un fin de semana en el que había un encuentro familiar con más de 50 personas y que se nos olvidó reservar…….. Pues eso, que acabamos picoteando algo rápido  en uno de los bares.

Así que… OJO, consejo súper importante de mamá escarmentada: Si decidís venir a Valverde de los Arroyos sin idea de hacer un picnic.. RESERVAD el día anterior. 😉

A pesar de eso, tenemos que decir que nuestra excursión fue  todo un éxito. Nos encantó el pueblo, nos encantó el paseo, la cascada y lo más importante…. pasamos un día  fantástico en familia.

Ya nos enamoró Patones en su día y con Valverde de los Arroyos  hemos comprobado una vez más  que la fama que tienen estos rincones de la arquitectura negra es de sobra merecida, así que seguiremos descubriéndola. ¿Nos acompañáis?

Bs

Un paseo entre las nubes

Queda apenas una semana para que el verano nos deje dando paso al otoño y aunque parece que lo está haciendo por la puerta grande, no olvidemos que el otoño sigue regalándonos esos días con buena temperatura, que, aunque no sean para ir a la playa o a la piscina, si son para hacer alguna escapada que otra.

En casa nos gustan mucho estos días de finales de septiembre e incluso de octubre para conocer algunos de esos sitios que hemos ido apuntando en mi agenda de pendientes. No creáis que solo yo apunta cosas en ella, todos han ido cogiendo la rutina de que, si en alguna ocasión vemos algún lugar o actividad chula en una revista, televisión o que simplemente alguien nos haya  comentado, enseguida avisamos a mamá para que lo apunte en la sección adecuada de la agenda. 🙂

¿No opináis que muchas personas salen fuera de España buscando sitios que los dejen fascinados sin ser conscientes de que los tienen mucho más cerca de lo que jamás podrían haber imaginado? Yo sí… España tiene muchos de esos sitios alucinantes que la gente busca a miles de kilómetros, la diferencia con ellos es que muchos de los nuestros están escondidos y hay que saber descubrirlos….

Hoy os quiero contar uno de esos sitios…. Sé que es de sobra conocido por estos lares que soy una enamorada de Cantabria, que siempre que puedo (no tantas como me gustaría) me escapo a la “tierruca” para pasear por sus pueblitos de calles empedradas y prados verdes. Pero el lugar que os voy a contar hoy es diferente a todos los demás…. Hoy vamos a dar un paseo por las nubes.

Tengo la enorme suerte de tener familia allí, sobre todo a mi prima Pilar, somos de la misma edad y hemos pasado muchos veranos juntas… Ahora que somos mayores nos vemos mucho menos, pero pase el tiempo que pase, cuando lo hacemos es como si no hubiera pasado apenas un segundo. En fin, todo este inicio nostálgico para contaros que con ella redescubrí hace un par de años, dos de los sitios más bonitos de Cantabria, Fuente Dé y  Potes.

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Comienzo con Potes,  un pueblito pequeñito de los que tanto me gustan… con suelos empedrados, callejuelas, puentes medievales y casonas con blasones.  Ella tiene parte de su familia allí, así que hizo de nuestra anfitriona. 😉

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Creo que Potes es uno de los pueblos más curiosos de Cantabria. Está en un llano entre montañas, justo a los pies de los Picos de Europa y en el centro de la comarca de Liébana, donde si no me equivoco se unen los ríos Quiviesa y Deva.

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Fuente: http://www.turismocantabria.es

Su casco histórico, declarado Bien de Interés Cultural desde 1983, está repartido entre las dos orillas del rio y unidos por diferentes puentes, entre los que se encuentran el de San Cayetano y el de la cárcel, de aquí a que se le conozca también como la villa de los puentes y creo que también el de las Torres (por la del infantado y la de Orejón de Lama).

Curiosidad de mamá: Al contrario de lo que muchos puedan pensar, Potes está bastante protegida de los vientos húmedos del norte al estar rodeada por montañas, por lo que su temperatura es un poco más suave y seca de la que muchos puedan imaginar.

No podemos pasar por Potes y no….

Conocer la Torre del infantado.

Construcción de tipo militar que fue testigo de muchas batallas crueles con el único objetivo de conseguir el control de la comarca. Perteneció a familias nobles como la del Marqués de Santillana. A lo largo de la historia ha pasado de ser desde casa de nobles, a cárcel o ayuntamiento de la villa, actualmente una sala de exposiciones.

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Fuente: http://www.turismocantabria.es

Si es época, probar un cocido liebanego, a base de garbanzos pequeños y tiernos, acompañados de cecina o carne, berza y relleno.

Beber orujo, de elaboración artesanal que es tan famoso que tiene hasta su propia fiesta durante el mes de octubre.

Inciso de mamá: Pilar, corrígeme si me equivoco jajaja..

Consejo de mamá: El camino a Potes es entre montañas, un paisaje precioso pero que se hace un poco largo por todas las curvas que tiene, así que si tus peques tienen tendencia a marearse, ¡id preparados!.

Como veis Potes es muy pequeñito así que el mismo día lo podéis  aprovechar para  conocer una de las siete maravillas naturales de España y mi segundo destino redescubierto, Fuente Dé. 🙂

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Después de comer, dar un paseo por la villa  y saludar a la familia decidimos ir hasta el teleférico de Fuente Dé donde se puede visitar la parte cántabra del Parque Nacional de los Picos de Europa. Yo no iba muy convencida.  recordaba que eso estaba muy, muy, muy alto y para una persona que sufre de vértigo agudo no es la mejor actividad, pero esto es una democracia y si de nueve personas, ocho quieren subir, la que queda poco tiene que decir. 🙂

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Cogimos el coche y en apenas 20 minutos estábamos allí. Yo rezaba para que hubiera mucha gente y me padre se echara para atrás (odia la multitud) pero desgraciadamente no fue el caso, así que tocó aparcar en el gran parking que tienen montado y nos dirigimos a las taquillas.

Curiosidad de mamá: ¡Fuente Dé No es un pueblo! Es solo la estación del teleférico pero que a pesar de ello tiene muchos de los servicios que ofrece un núcleo urbano. Un parking, un Parador Nacional, un hotel, algún restaurante que otro, bares, camping y hasta un albergue.

¿Nos ponemos un poquito en antecedentes?

Este teleférico es uno de los sitios más visitados de toda Cantabria. Lleva abierto unos cincuenta años, sube a 20 visitantes a la vez hasta una altura de 1823 metros y en tan solo cuatro minutos. (yo no he querido hacer el cálculo, pero según el conductor de la cabina que nos tocó,  se hace a una velocidad de aproximadamente 10 metros por segundo, dios… solo de pensarlo ahora se me ponen los pelos como escarpias jajajaja)

La idea de montar este enorme teleférico fue entre otros de un ingeniero llamado José Antonio Odrizola, cuya familia era de la comarca e ideó la manera de instalar un teleférico para viajeros en el mismo lugar donde había un cable que utilizaba la Real Compañía Asturiana de Minas para bajar mineral a las minas de Aliva.

Inciso de mamá: Tanto el teleférico como las instalaciones de arriba y abajo están totalmente adaptadas para sillas de ruedas.

Pagamos unos 16 euros por persona ida y vuelta (creo recordar que los niños tenían precios especiales), a mí me pareció un poco caro (que voy a decir yo que no iba a disfrutar nada el paseo :)) pero luego entendí que subir esa montaña andando costaría mucho más, así que nada, sin rechistar.

Después de esperar tres turnos y  superar un par de ataques de subo o no subo, llegó nuestro momento. Entramos en la cabina y al cerrarse las puertas comenzó a moverse. Yo había mirado desde abajo el recorrido que íbamos a hacer, al principio la subida no era muy pronunciada pero después la cosa se volvía más y más vertical. Los peques iban pegados al cristal admirando el paisaje, mientras yo tenía mi cara hundida en el hombro de Manu rezando para que eso no se soltara jajajaja.

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Fuente: Cantur.com

Por el rabillo del ojo comprobé como las cosas de fuera pasaban de pequeñas a diminutas y a medida que nos íbamos acercando a la cima, las paredes de la montaña se aproximaban cada vez más, pero gracias al cielo los cuatro minutos que dijo la encargada (30 para mi) pasaron y el recorrido vertical terminó.

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Fuente: Cantur.com

Yo me puse a buscar tierra firme, mientras que los valientes se dirigieron hacia un pequeño saliente metálico (con una rejilla para sentir toda la inmensidad del vacío a tus pies) para poder observar todo el valle desde esa altura.

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Fuente: Cantur.com

Inciso de mamá: Veréis que alguna foto no es mía.. quiero mucho  a este blog, pero  mi vértigo es más grande.

Dimos un paseo por la zona viendo como las nubes que nos habían acompañado esa tarde quedaban bajo  nuestros pies.

Mientras preparaba esta entrada he gastado mucho tiempo en intentar encontrar la manera de describir los paisajes que vimos, pero sin éxito 😦 , son tan diferentes a todo lo que os podéis imaginar,  que me voy a limitar a usar esa frase tan socorrida y usada en muchas de las guías de viaje que suelo comprar… “el paisaje era de una belleza indescriptible”. 🙂

Dicen los entendidos que la mejor hora para hacer esta subida  en teleférico es la primera de la mañana (porque las nubes suelen quedar debajo del cable) o la última de la tarde (porque las puestas de sol son un espectáculo). Nosotros estuvimos sobre las 19.00, era verano y el sol tardaba más en bajar, pero creo que no me equivoco si digo que, aún no siendo las horas perfectas, poco tenía que envidiar la imagen que nosotros pudimos disfrutar del paisaje.

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Nos encantó y aunque no hicimos ninguna de las rutas porque los peques aun no tenían edad nos lo pasamos en grande….  Hicimos mil fotos, saltamos, corrimos, vimos alguna cabra pastando. Toda una aventura para grandes y pequeños.

Me lo pasé tan bien con los enanos que casi se me olvidó que tenía que volver abajo de la misma manera que había subido, aunque tengo que reconocer que la vuelta fue más llevadera… no se si porque se me había pasado un poco el miedo, o por pensar que si caía bajando la caída podía ser menor. jajajaja.

El caso es que.. ¡Superé el reto!

 

Consejo de una mamá práctica. ¡No olvidéis llevar calzado cómodo!

¿Os animáis? Yo creo que ofrecer la posibilidad a nuestros peques de cruzar las nubes y pasear por encima de ellas es única e inolvidable. ¿No os parece?

Pues ala, si tenéis pensado en escaparos un fin de semana a Cantabria, apuntad esta opción a vuestro itinerario, a los niños les gustará y seguro que querrán repetir.

Bs